III Salón de Clásicos de Beasain: Desde la afición y para la afición
Celebrado en una zona cubierta y de propiedad municipal, la entrada era gratuita y los aficionados podían contemplar los once vehículos exhibidos, entre los que el más curioso era un Thouvenin-Tallin de 1895, un triciclo eléctrico provisto de 4 baterías, que dispone de 48 voltios y estuvo sus primeros 50 años al servicio del Museo del Louvre, que lo empleaba para desplazar a personas célebres entre el museo y la estación de ferrocarril. La Compagnie Générale de Voitures se ocupaba de cargar las baterías en horario nocturno y de su mantenimiento, al igual que de otros vehículos eléctricos del Louvre, que estaban destinados a transportar cuadros.
En orden de antigüedad, se exponía un triciclo Peugeot a pedales, fabricado en 1895 y parecido al que empleaban los carteros franceses. También se podían contemplar una bicicleta de 1900 y tres motores estacionarios de la misma época, así como un Citroën 5 CV de 1922. Algo más modernos eran un Ford T de 1925 y un Chrysler 80 Imperial de 1927, siendo los más recientes un Nash Standard de 1933 y un espectacular Rolls-Royce Phantom III aerodinámico de 1937. En el apartado comercial, el salón contó con la presencia de Mariano Valdespina, que acudió con piezas de repuesto para motos clásicas, así como las empresas Políglota y Custocrom, dedicadas respectivamente a la venta de escudos de marcas y a la de piezas cromadas.
Asimismo, al aire libre permanecían visibles alrededor de 40 coches de colección, entre clásicos, otros más jóvenes y un antiguo BSA tracción delantera en venta, en una zona que reunió los dos días bastante gente. Resumidamente, un salón nacido desde la afición y para la afición, realizado en una ciudad que vive desde hace décadas de las industrias relacionadas con el transporte, que incluyó también cursos de conducción segura, de educación vial, primeros auxilios, pruebas de trial, un Scalextric gigante y la sexta edición de la Subida a Erauskin.