De “Fotingos” y “Haigas”
La imaginación es tan importante como el conocimiento. Esto se contempla en toda la historia del automóvil en múltiples aspectos, incluido el de denominar, el de sus derivados y, naturalmente, el de su desarrollo, ya que el nacimiento al que nos vamos a referir sería producido por un parto múltiple, con guerras y cataclismos naturales de por medio.
Dicho lo anterior, ha llegado el momento de aludir al anunciado *fotingo* (de la mitad del encabezamiento), palabra que, por cierto, no la recoge el DRAE, y se verán los motivos. En 1908, la Ford Motor Company de los Estados Unidos de Norteamérica sacó el mítico modelo *T*, dotado de 3 pedales, embrague, freno y acelerador. La publicidad de la época vendía el producto como *foot it and go*, es decir, pisar y arrancar, como ya se adelantó en anterior artículo. Cuando este modelo llegó a Cuba (los primeros autos habían arribado a la isla en 1899, procedente de Francia), se hizo popular, y los autóctonos lo bautizaron como *fotingo*, castellanizándose así, de alguna manera, la frase inglesa “foot it and go”.
En Canarias, y con mucho acento en toda la isla de Tenerife, donde hay una auténtica y dispersa afición por los vehículos históricos (puede observarse la cantidad de vehículos que circulan a diario, en perfecto estado, con matrícula de una o dos letras -es decir, anteriores a 2000-), “fotingo” es un coche de mucho uso, destartalado, coche “cafetera” o “tartana”, vehículo antiguo de Ford, antiguo pero no viejo, una berlina corriente o básica, coche pequeño…, que dispone, a la vista está, de multidefiniciones. A las Islas Afortunadas llegaría este nombre, efectivamente, desde Cuba, como llegó el de “gua gua” para los autobuses; lo mismo que a nuestra antigua y cercana provincia española del Sáhara Occidental. Para la Academia Canaria de la Lengua, fotingo es un coche viejo y destartalado. . En Puerto Rico un fotingo es un cacharro viejo. Esta acepción se hizo extensiva, según el lugar, a prácticamente todos los vehículos en circulación, universalizando el término por sectores, compartiendo también la milicia el propio término, instaurado de rebote, en el orden de tales multidefiniciones, como “fotingo militar”.
De esta manera tan subrrealista fue cómo el “fotingo” se “militarizó”, a través del primer vehículo que tuvo el Ejército Español, en 1903, un Peugeot de 12 CV, regalo del capitán de Caballería Luis Carvajal Melgarejo (con los años este vehículo también se bautizaría como “fotingo”). En un próximo capítulo se podría tratar el otrora Automovilismo Rápido Militar (ARM) y su despliegue histórico en sucesivas siglas (ET, EA, FN, GSH, PGC…) hasta la más reciente, FAE, de carácter internacional, para denominar al servicio de los cuarteles militares internacionales de la OTAN. Antes de finalizar esta tímida parcela castrense, añadir que el “fotingo” militar más conocido sería el ARM-121, al servicio del presidente del Gobierno, Eduardo Dato Iradier, un “Marmont” 34 A, modelo Limousine, de 1917, donde sería asesinado el 8 de marzo de 1921. En la fabricación de este vehículo, de Marmont Motor Car Company (con base en Indianápolis), se utilizó mucho el aluminio; llevaba banda blanca en los neumáticos (de indudable belleza) y sin parachoques (de fealdad absoluta), lo cual refleja poca estética (ninguna), aunque algo habitual en los vehículos de la época.
Y es en 1944 cuando aparece en España el patronazgo del santo protector de los conductores, San Cristóbal, que viene a significar la labor de portador (“el que lleva a Cristo”), porque según la tradición “tuvo que llevar una vez al Niño Jesús sobre sus hombros, para atravesar un rio”. No se entrará en más detalles sobre este tema, por razones confesionales y/o aconfesionales de los lectores; sólo citar la proclamación oficial de su patronazgo el 10 de Julio.
Andando el tiempo, y la historia, el término “fotingo” dejó un heredero, el “haiga”. Tras la Guerra Civil, en España había escasez de demasiadas cosas, entre ellas los automóviles. Se aprovechaban los vehículos siniestrados para arreglar los que medio funcionaban, así que de tres vehículos no operativos se conseguía que funcionase al menos uno de ellos. Así pues, se advierte entonces que un “fotingo” no es un “haiga”, ni al revés tampoco. El término “haiga” nació en los mercados y/o talleres de automóviles, donde llegaba la demanda de comprar un vehículo, que, ante la escasez de los mismos, muchos compradores en potencia decían “el que haiga”, malformación de “el que haya”. Los de cartera más lustrosa, o titulares de familias numerosas, decían: “quiero comprar un *haiga* que sea grande”.
FRANCISCO JOSÉ GONZÁLEZ DELPIÑAL JURADO
Historiador y Académico
FOTOS: Autor e Internet.
De ahí que haiga sea, un coche grande, generalmente americano.
Buenos días desearía conseguir alguna foto de este vehículo . Los datos del vehículo es reflejo de la ficha técnica.
Muchas gracias, un saludo