El Dauphine de Mazuque vuelve 63 años después
Corría el final de la década de los años 50 del siglo pasado cuando un Renault Dauphine, de un espectacular rojo vivo, se convertía en objeto de deseo de propios y extraños por las calles de una ciudad todavía por entonces en blanco y negro. Jesús Mazuque, su propietario y dueño de un establecimiento de pinturas muy arraigado en la localidad, inmortalizaba el momento para la posteridad. Hoy, 63 años después, se ha recreado aquel momento histórico. El mismo coche, el mismo edificio, los mismos azulejos con el nombre de la calle (la céntrica Avenida de Zaragoza) y la misma expectación. Pero esta vez, en color.
La asociación sigue con su política de ampliación y promoción de su actividad vinculada a la recuperación de vehículos clásicos que en otras épocas fueron brillantes y que siguen circulando por las carreteras de La Jacetania o el Alto Gállego. El Club Jacetania´s Classic Cars, cuya existencia data de poco más de 2 años, ha tenido un crecimiento vertiginoso alcanzando el centenar de autos, cada uno con sus peculiaridades y características, pero todos ellos de indudable valor económico e histórico, pero sobre todo sentimental.
Seis décadas han tenido que pasar, pero Jaca volvía a ser testigo de momentos de expectación y alegría cuando, tras mucho esfuerzo, el Dauphine matrícula HU-9002, volvía a la ciudad tras su periplo por distintos coleccionistas y anticuarios, gracias al empeño de José Lalana, su actual propietario, y al trabajo de Alberto Ara, socio del Jacetania’s Classic Cars. La primera matriculación cuyo documento se guarda, así como varias fotos de la época, tiene como fecha 07-09-1959. Este fue un coche muy conocido en Jaca. Varias generaciones lo contemplaron en la puerta de la tienda de pinturas. Ahora tendrán la ocasión de admirarlo todos aquellos que quieran disfrutar de este trozo de historia.
El Renault Dauphine está prácticamente como el día que salió de fábrica. Evidentemente en todo este tiempo ha tenido restauraciones, todas ellas efectuadas con piezas originales, traídas algunas desde Francia, donde se fabricó. Como curiosidad, el adquiriente inicial, hizo grabar en fábrica su nombre en el motor y en la carrocería, es decir, Jesús Mazuque, siendo al parecer el único que se hizo troquelado. Todavía se conserva. «El coche tiene muchos padrinos y va a estar mimado continuamente por unos y otros», comenta Lalana, que junto a su mujer, Mª Jesús Gracia, ha protagonizado otro momento para la historia de Jaca y del Dauphine, rodeado de amigos y compañeros.
Fotos: Rebeca Ruiz