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I Vuelta a la Península Ibérica en Ford A

26 Noviembre 2016 // Historia

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LA HAZAÑA DEL AÑO 3-19 septiembre

8 valientes - 16 etapas

30 ciudades - 3.986 kilómetros

5.300 litros de gasolina - Mucho jamón y buen vino...

No sería tal hazaña si no tenemos en cuenta que son coches con más de 80 años de vida y que no superan de media los 50 km/h, entre otros inconvenientes que los aficionados convierten en alicientes. Organizado por el Club de Vehículos Históricos del Puerto de Santa María con acompañantes del Club de Vehículos Históricos Costa del Sol, los aventureros fueron:

- Fosco Valimaña (Puerto de Sta. María)

- Mariano Ramírez (Puerto de Sta. María)

- José Romero (San Pedro de Alcántara)

- Rafael Rojas (San Pedro de Alcántara)

- Eduardo de Ory (Cádiz)

- Bernardino Ramírez (Ronda)

- Alfredo Corbacho (Ronda)

- Alfonso Chaves (Castilleja de la Cta.)

La mayoría, en este viaje por España, andorra y Portugal, iban acompañados por sus señoras, las cuales tienen el mismo mérito que los conductores, aunque alguna abandonara a mitad del recorrido, cogiendo en Bilbao un tren de vuelta a casa. Y es que el camino no fue fácil: muchas horas de carretera sin apenas tiempo para parar, teniendo que comer por el camino (había que cumplir los horarios marcados) y sumando el bárbaro calor a soportar durante la primera mitad de la vuelta. Cada 200 kms, en cada parada obligada a repostar (sacamos una media de 17 litros a los 100 kms), se hacía necesario comprar cantidad de agua e hielo para poder seguir. Ya en el norte, llegando a Galicia el tiempo cambió e incluso llovía, por lo que la “cuesta abajo” se hizo algo más llevadera.

Las ciudades que fueron punto de partida de etapas fueron: El Puerto de Santa María (Cádiz), San Pedro de Alcántara, Marbella (Málaga), Almería, Calpe (Alicante), Tarragona, Barcelona, Principado de Andorra, Huesca, San Sebastián, Bilbao, Oviedo (Asturias), El Ferrol, Santiago de Compostela (La Coruña), y en Portugal: Oporto, Lisboa, y Vilamoura, regresando desde aquí cada uno hasta su punto de partida.

La mayoría de los vehículos han pasado de los 4.000 kilómetros, y los 8 han vuelto sanos y salvos, a pesar de que en el primer tramo abundaron los problemas de calentamiento y averías de ventilador, además se fue una junta de culata y se partió una varilla de freno. Bernardino, el mecánico que nos acompañaba con su Ford A Pick-up cargada de herramientas, iba dándole solución a las averías, ya que todos los vehículos tuvieron que ser retocados en algún momento de la ruta para poder continuar, alguno con una puesta a punto casi completa. Y para la puesta a punto de los viajeros, el coche de Fosco iba cargado de viandas, jamón, caña de lomo, vino, cerveza, refrescos... había que amenizar las paradas.

Circular por las concurridas avenidas una ciudad como Barcelona (donde visitamos la colección de Ramón Madriñal) fue bastante complicado. Son coches con freno de varilla y dirección de la época, pero a pesar de todo salimos de allí sin ningún rasguño y subimos hasta los pirineos.

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En Bilbao visitamos la colección de Rolls Royce Torre Loizaga, y en Oviedo el museo de Fernando Alonso acompañados por algunos miembros del Club Clásicos de Oviedo. Allí hubo que reparar un motor de arranque y otro averiado debido a la humedad, ya que comenzó a llover.

En Galicia dispusimos, cómo hotel, de una residencia militar en el Ferrol, a quienes agradecemos su acogida. Solo uno de los participantes, el primero, llevaba GPS. El resto, en cuanto se producía algo de separación, tenía que recurrir a su propia orientación; y así en Vigo uno de nuestros viajeros fue multado por usar el teléfono móvil (no nos imaginamos un Ford A con “manos libres”). Muchas fueron las dificultades para completar la hazaña, como que se trata de vehículos con el centro de gravedad muy alto y ruedas estrechas, a lo que, sumando el suelo mojado y los frenos de varilla, requería poner los 5 sentidos en el manejo y tener cierta destreza y experiencia para completar tan larga ruta sin ningún roce.

El mecánico que nos acompañaba, “San Bernardino”, había restaurado 4 coches de los que iban, por lo que su conocimiento sobre éstos fue de gran ayuda durante el viaje.

El Ford A de Alfonso Chaves (del año 1.928) está restaurado por él mismo desde el año 80, cuando lo adquirió, y llevaba 14 años sin ser arrancado, por lo que estuvo todo el mes previo repasándolo para que aguantara la dura prueba que se le avecinaba. Él ha sido quien nos ha contado en primera persona esta historia con la simpatía que le caracteriza y que se encargó de contagiar diariamente al resto del grupo durante la travesía, transmitiendo su satisfacción personal por el reto conseguido. No es para menos.

Artículo extraido de la revista Autofoto de noviembre de 2016.

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