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Triciclo Bonet, el primer coche español

12 Noviembre 2016 // Historia

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Sentimos una gran curiosidad por esa época cuando parece que de golpe comienza todo, fabricantes, inventos, innovaciones y el uso de nuevos materiales favorecen en todo el mundo el nacimiento de una industria automotriz que, dada la información disponible, en España había pasado de largo. Son los últimos años del Siglo XIX y los primeros del XX. Compartir la historia es darle valor y vida. Afortunadamente la realidad es otra, tal vez la falta de interés general por nuestra historia hace que mucha información no llegue hasta nosotros. Otras veces la falta de consciencia sobre el valor que tiene conservar y cuidar para los que vendrán después hace que nada sea valorado. Pero aún queda esperanza, hay quien trabaja para rescatar la memoria, a ellos va dirigida nuestra gratitud por permitirnos conocer historias como ésta. Contribuir a resolver esta carencia es también nuestra intención facilitando información relevante sobre los hechos y la historia del motor (de todo el mundo, nuestra curiosidad es ambiciosa, pero sobre todo de nuestro país) por eso cualquier detalle interesante y lo compartimos.

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Es el caso de la historia que contamos en este artículo. Un genio inquieto, un pionero Cada pequeña pieza, cada fracaso o acierto van construyendo los cimientos de lo que vendrá después. En este ocasión se trata de un empresario tarraconense afincado en Barcelona llamado Francesc Bonet Dalmau que visitó la Exposición Universal de París de 1889 y volvió con una “loca” idea en la cabeza: aplicar motores de explosión a vehículos de cuatro ruedas. El resultado fue la creación del primer coche automóvil que se fabricaría en España. Inventor con varias patentes registradas, hasta esa fecha todas relacionadas con la industria textil, volvió de París con la idea de fabricar un coche a motor y tres meses después presenta ante la Oficina Española correspondiente, la patente de invención de "vehículos de varias ruedas movidas por motores de explosión". La patente le es concedida con el número 10.313 en enero de 1890. Curiosamente el diseño original mostraba un vehículo de cuatro ruedas, su creación final fue un triciclo, algunos dicen que la falta de conocimiento del diferencial hizo que no pudiera fabricar el vehículo que imaginó. Podemos encontrar una réplica del mismo en el Museo de la Historia del Automóvil de Salamanca. El vehículo montaba un motor Daimler que había adquirido en París durante la Exposición que había visitado. El motor, monocilíndrico, no tenía demasiada potencia. Cortos paseos y pocas cuestas era todo lo que aquel coche primigenio podía permitirse.

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“El vehículo causaba gran impresión entre los barceloneses que lo veían pasar. Lógico, hasta entonces nada parecido había circulado por sus calles. Dicen que algunos, considerándolo una máquina diabólica, llegaron a apedrearlo. Pobres desgraciados, no sabían que en pocos años su mundo se vería inundado por esos ruidosos y malolientes cacharros y que lo que a ellos parecía diabólico sería capaz de robarle el corazón, y hasta el sentido, a muchos de sus descendientes. Gracias a los pioneros tenemos los clásicos, cuidándolos honramos su memoria”

 

alfonsofigares.com

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