Un sueño hecho realidad
En ese momento muchos de los establecimientos que había en la carretera nacional cerraron sus puertas de la noche a la mañana, como el hotel Claridge, cerca del Pantano de Alarcón, y otros más de los que que no recuerdo el nombre.
La idea era hacer el recorrido por la carretera nacional y evitar en la medida de lo posible la autovía (el motor estaba aún en rodaje) y recordar aquellos sitios me parecían mágicos de niño. El destino era el Hotel la Carreta situado en el Km 334 de la A-3 y que este año conmemora los 50 años de su inauguración y que, por suerte, pudo sobrevivir a la construcción de la autovía. También pretendía visitar la antigua finca que era propiedad de mi familia y que vendimos el año pasado y en la que 1500 ha sido protagonista.
El viaje comenzó el viernes 15 de octubre de 2021, desde mi lugar de trabajo en Aranjuez. Más de un compañero me dijo: “¿te vas a ir a Valencia en esa tartana?”. Emprendí el camino a eso de las 15 h, cogiendo la A-4 en dirección Ocaña para allí enlazar con la A-40, que me llevaría hasta Tarancón. Durante ese rato por la A-40 apenas había tráfico y se podía conducir cómodamente, pasando por pueblos tan interesantes como Santa Cruz de la Zarza (Toledo). La cosa cambió un poco cuando me incorporé a la A-3. El tráfico era bastante más denso, pero tampoco resultaba incomodo y como el coche no debía de ir a más de 100 km/h opté por ir detrás de los camiones.
Cuando llegué a Honrubia (Cuenca) comenzó la parte alternativa de la ruta. Paré en ese pueblo a tomar un café y a que el coche reposara un poco. Allí pude entablar conversación con algunos camioneros que lo habían visto desde la autovía y estaban maravillados de cómo iba el coche. Les dije que viajaba en parte del recorrido por la antigua N-III y me aplaudieron por hacerlo.
Después de la parada emprendí el viaje con la tranquilidad de que apenas habría tráfico, por esa misma carretera, encontrándome con unos pocos camiones y circulando tranquilamente a 80 km/h, que es la velocidad ideal del rodaje del motor.
Cuando llegué al Pantano de Alarcón no pude resistirme y tuve que parar a hacer unas fotos y contemplar su belleza paisajística, esa que te niega la autovía. A los pocos km, a mano izquierda dirección Madrid, un gran edificio va deteriorándose día a día, siendo víctima del expolio, el olvido y la maldad. No es ni más ni menos que el antiguo Hotel- restaurante Claridge, abierto en la década de los 60 y cerrado en 1997. Fue todo un símbolo para la gente que iba al Levante, porque tenía un gran restaurante y hotel. También era parada obligatoria de los autobuses de la antigua compañía de Autores. Paré e hice las obligadas fotos, pero con el edificio de fondo completamente grafiteado. Salí de allí con una enorme tristeza, preguntándome el por qué ha llegado a ese estado, teniendo en cuenta el sitio donde está.
Continué mi camino llegando a Motilla del Palancar, donde la gente quedó admirada del coche. Pasé por el restaurante el Sol, otro símbolo de la N-III, que tiene el privilegio de estar situado en el Km 200. Proseguimos el camino y llegamos a la Granja de Iniesta donde paré a tomar algo revisar el coche. Estaba todo perfecto.
Reanudé el viaje y por fin llegamos al Puerto de Contreras y entramos en la Comunidad Valenciana. Estaba muy emocionado. Subió el puerto a unos 80 km/h y con la tranquilidad de que no había tráfico y gozando de unos paisajes maravillosos. Pasamos por algunos pueblos de la Comunidad Valenciana como Caudete de las Fuentes y donde otra vez la gente me miraba con admiración y yo tocaba la bocina para saludar.
Al llegar a Utiel, ya me tocó otra vez salir a la autovía, y ahí el tráfico volvió a resultar pesado, así que tocaba ir detrás de los camiones. Ya quedaba poco para llegar a nuestro destino. Yo temía el Portillo de Buñol, pero el coche me sorprendió gratamente subiendo a unos 80 km /h y dejando atrás a muchos camiones.
El momento mejor fue cuando estábamos a la altura de Chiva, a 11 Km de nuestro destino y el cuentakilómetros dio su cuarta vuelta a 000.000 Km
La llegada al Hotel la Carreta se produjo a las 20.00 h y fue también un momento muy emotivo para mí porque me hizo recordar mi infancia. Los trabajadores del hotel salieron enseguida a ver el coche y algún huésped del hotel también se quedó enamorado de él. Me asignaron habitación y lo llevé al garaje, para que descansara después de un largo día, pero tuve la sensación de que aún quería más.
El sábado iba a ser un día intenso. Lo primero, tras el desayuno fue hacer una pequeña sesión de fotos en el hotel y luego había quedado con el dueño de la antigua finca de mi familia para vernos y poder contemplar como llevaba las obras. Durante el trayecto del hotel a la finca, ya tenía un pequeño cosquilleo en el todo el cuerpo, recordando aquellos trayectos infantiles por la Carretera de Valencia a Ribarroja. Cuando por fin llegué a la urbanización y entré por el camino que conduce al chalet, se me saltaron las lágrimas, recordando cuando iba en ese coche con apenas dos meses de vida, hasta que cumplí 10 años. Después de los saludos y de esperar a que llegase un buen amigo, compañero de aventuras, me puse a hacer fotos como si no hubiese un mañana. Cuando el propietario del chalé me dijo de meter el coche dentro del garaje, otra vez se me saltaron de nuevo las lágrimas y en ese momento recordé mi padre. Reviví por unos instantes mis momentos de niñez.
Después ver el chalé lo bonito que está quedando y de la sesión de fotos, nos fuimos todos a comer una paella.
Ya por la tarde, mi amigo Sergio me acompañó al hotel y allí nos estaba esperando el subdirector del hotel, para ver el coche y entregarle un pequeño recuerdo en homenaje a los 50 años de inauguración del hotel. Fue otro momento muy emotivo porque el subdirector recordaba cómo iba yo con mis padres al hotel en ese mismo coche 35 años atrás. Muchas veces cuando hacíamos un viaje desde Madrid y se hacía muy tarde, parábamos a hacer noche en la Carreta y al día siguiente nos íbamos al chalet.
El domingo fue un día más tranquilo, porque además llovió un poco, pero no impidió el hacer una comida tipo picnic en el chalet y también vino Carlos, feliz propietario de un SEAT 124, tipo deportivo que ha restaurado hace poco.
El lunes era el regreso a Madrid, pero por la mañana aproveché para hacer dar una vuelta por el pueblo de Ribarroja y de paso visitar al tío Micalet, un hombre muy entrañable amigo de mi padre y que en su día disfrutó del SEAT 1500 monofaro de 1964, que tuvo mi familia antes que este. Cuando vio este recién restaurado le vino a la cabeza los muchos buenos momentos que pasó con su 1500 en los cerca de 10 años que lo tuvo.
Quedaba la parte más importante; el regreso a casa. Después de comer y de recoger el equipaje, sobre las 17.00 de la tarde, emprendí la vuelta a Madrid y era otra prueba. La primera era el Portillo de Buñol que lo subió a 80 Km/h sin problema ninguno y al llegar a Ventamina volví otra vez a desviarme y seguir el recorrido por la parte antigua. Fue un auténtico privilegio subir el puerto de Contreras sin apenas tráfico. La primera parada fue en el pueblo de Granja de Iniesta, en una antigua gasolinera y un antiguo Hostal -Restaurante, que parece que se resisten a desaparecer en el tiempo y ahí están deteriorándose día a día, víctimas del olvido y de la construcción de la autovía.
Después de la sesión de fotos, continuamos camino hasta Motilla del Palancar, donde paré en el emblemático Hotel El Sol. Hablando con uno de los camareros me comentó que había habido una concentración de clásicos el día antes. Después de hablar con gente del pueblo que se quedaron maravillados del estado en el que se encontraba el coche, seguimos camino para Madrid, porque la noche se echaba encima.
Sobre las 9:30 llegaba a Arganda y opté por meterme por la R-3. Cuando llegué a pagar, la cajera se quedó alucinada y me preguntó que de donde venía y le dije que Valencia. Era una chica joven y no daba crédito a lo que veía.
Hasta aquí esta aventura, de la que he disfrutado como un niño y de la que no me voy a olvidar nunca. Otras vendrán…
Mi padre también tenía un Seat 1500 de color verde (MA 30517) y después tuvo otro, pero este era el bífaro.Todo los fines de semana nos íbamos a un terreno que teníamos en un pueblo cercano a Málaga.Que recuerdos más bonitos.
Disfruta del coche y de tus recuerdos??