Tigaiga Challenge Tenerife
Esto se ha hecho en colaboración, entre otros, con el Club de Vehículos Antiguos de Tenerife. Enrique Talg dirije, junto a su familia, esta emblemática empresa hotelera, siendo ellos la 3ª generación desde 1958 al frente de esta pieza clave en la economía Canaria.
El abismo que pueda existir entre aquellos jóvenes de hace 40 ó 50 años, los cuales les inquietaba el coleccionismo y restauración de antiguas máquinas, muchas de ellas en el limbo del olvido, despreciadas, arrinconadas, incluso utilizadas como improvisados gallineros u ornamentándolas cual carroza carnavalera como último recurso, puedan ser hoy en día sus hijos o familiares el puente que salve, a modo de relevo generacional, ese abismo y que otros jóvenes sepan apreciar no solo el valor económico que hoy puedan tener esas mismas máquinas, sino la misma inquietud, pasión y respeto a quienes con muchas horas de trabajo llevaron a cabo titánicas labores de renovación respetando la originalidad de cada pieza.
A los jóvenes que me refiero, son los mismos que junto al Sr. Talg idearon una vuelta más de tuerca a esos coches, renovando y motivando a todos aquellos niños que muchísimas veces disfrutaban con sus padres y familiares en paseos, desfiles y concentraciones, y que hoy jóvenes preparadísimos culturalmente y comprometidos en importantes sectores sociales, además quieren continuar con esta tradición también con sus hijos, sin dejar atrás la experiencia heredada de sus padres.
Valga todo este prólogo como antecedente de esta idea llevada a su fin el pasado 24 de noviembre, la cual modestamente trataré de explicar lo mejor que pueda, pues creo que vale la pena que el lector comprenda y valore la dificultad y el gran compromiso que pueda ocasionar ser propietario de una pieza de museo, la cual se quiere mantener en la condición original a la que fue destinada, mostrándola gratuitamente al público en general.
Después de meses de preparación y decisiones, queriendo que este reto no pasase desapercibido y tener una base firme para futuras ediciones, una vez todo calculado al detalle, con la asistencia de 10 participantes, faltaba alguien que con criterio experimentado pudiera valorar acertadamente todas y cada una de las pruebas a realizar, y quien mejor que un piloto canario de rally: Fernando (Copi) Capdevila, veterano en pruebas de asfalto, con un caché de dos décadas en diversos campeonatos nacionales e internacionales, como el campeonato de España y el mundial de Rally, carreras de motociclismo e incluso el parís Dakar. Gentilmente aceptó apadrinar como juez de forma altruista, a pesar de los muchos compromisos que circundan a este campeón.
Lamentablemente, de los diez coches que en un principio asistirían, por diversos motivos más que justificados, solo asistieron cinco de ellos:
Manuel R. Ascanio Baso: Ford V8 Convertible de 1937
Carlos Hernández Salinas: Chrysler Imperial de 1931
Francisco Jiménez Pérez: Chevrolet Victoria Coupe de 1931
Carlos Molowny Albelo: Austin Seven Ruby Seda 1935
Alberto Putzulu: Ford A Sedan de 1930
A las diez de la mañana comenzaron las verificaciones e identificaciones de cada uno de los participantes por el equipo logístico del Hotel y por la autoridad designada al efecto, para a las 11 en punto de la mañana con el rutómetro en mano de los copilotos (voluntarios clientes del Tigaiga), salieran de la meta estos cinco jóvenes en sus viejos fotingos, para llegar al lugar designado y realizar una pruebas, tales como marcar una de las ruedas con una tiza coincidiendo con otra marca en el asfalto y procurar dar exactamente tres vueltas solo siguiendo las indicaciones del copiloto, para después con los ojos tapados aparcar lo mejor posible, también siguiendo el criterio del copiloto y así llegar a una puntuación. Hay que tener muy en cuenta que la lengua materna de los copilotos podía ser cualquiera menos español, de ahí la dificultad a veces cómica de la comunicación.
Una vez terminado este tramo continuamos hacia otro punto donde se realizaron otras pruebas quizás un poco más fáciles, para después retornar al punto de partida donde se leyeron las calificaciones, donde la diversión superó la posible rivalidad, concluyendo esta aventura en un entrañable almuerzo 5 estrellas, con una agradable sobremesa, maquinando para el próximo año otra edición que por lo menos sea tan agradable como ésta.
Texto y fotos: Lorenzo Suárez Dorta
Familia Enrique Talg & equipo Tigaiga