XII EDICION DE LA MOTOABUELADA
Parece que fue ayer cuando un par de amigos de Castrillo de la Vega, un pueblo de apenas 600 habitantes del sur de Burgos en pleno corazón de la Ribera del Duero, decidió restaurar una Vespa de 1961 y con ella asistir a una concentración de motos clásicas en Tordesillas.
Desde ese momento hasta hoy han pasado doce años y muchas cosas, más de cuarenta socios de todos los pueblos de alrededor, más de un centenar de motos recuperadas y/o restauradas, el Club Motoabuelas de la Ribera como un grupo consolidado y la Motoabuelada como una concentración de referencia en el calendario nacional de motos clásicas.
La edición de este año arrancaba con cambios internos significativos, un nuevo Presidente y una nueva Junta Directiva intentaban darle forma a una concentración con un formato ya definido pero que aún puede admitir nuevas ideas.
Desde el Club siempre hemos tenido muy claro que nuestra concentración debía tener unas señas de identidad diferentes a las de otros colectivos o clubes. Nosotros no tenemos grandes infraestructuras, ni tampoco demasiada monumentalidad en nuestros pueblos, ni tan siquiera carreteras atractivas por las que rodar. Tampoco la fecha que mantenemos atrae demasiado pensando que suele ser un mes de dedicación familiar poco apto para nuestras aficiones. Para combatir estas carencias debemos ofrecer otras cosas, la participación de otros grupos del pueblo, la cercanía de las gentes en el mundo rural, una pradera donde celebramos todas las actividades, una zona de acampada dentro de la misma pradera, y una gastronomía conocida y reconocida donde el cordero lechal y la morcilla se codean con unos buenos caldos. Todas estas circunstancias unidas a la respuesta importante del aficionado a la moto clásica nos han permitido estar aquí un año más.
El viernes por la tarde, entretenidos con los últimos preparativos, se abría la mesa de inscripción y se recibía a los primeros inscritos, dando paso a una cena de bienvenida.
El sábado a primera hora se reanudaba la inscripción y se daba el pistoletazo de salida a la primera de las rutas programadas que nos iba a llevar por carreteras con buen firme, rectas y llanas a las ruinas de la Ciudad Romana de Clunia. Allí pudimos ver una interesante zona de termas y un imponente teatro. Una vez finalizada la visita nos desplazamos a Huerta de Rey donde, previo a la comida, visitamos la Plaza de Toros, una de las más antiguas de España, donde nos sirvieron un aperitivo mientras la autoridad competente nos ofrecía una muestra de variados y divertidos chascarrillos.
Por la tarde iniciamos la ruta de regreso hasta la pradera de Castrillo de la Vega, donde nuestra charanga Turuseco acompañaba con su música a un ágape preparado para participantes y habitantes del pueblo.
Con la puesta de sol se inició una de las actividades más esperadas por todos, la chuletada. Sesenta kilos de lechazo y veinte de morcillas se asaron con las ascuas de dos remolques de sarmientos y con el sudor de los asadores. Tanto esfuerzo para desaparecer en un abrir y cerrar de ojos (o de boca), eso sí, bien regados con un rosado de premio y un tinto más que digno. Finalizada la cena se procedió a la entrega de premios y un guateque con no demasiados adeptos, y es que el cansancio y la edad no perdonan.
El domingo por la mañana amaneció nublado y con la esperanza de que tan solo fuera una amenaza iniciamos la ruta con destino a Torresandino. La ruta era de las que gustan por lo bonito del paisaje, viñedos viejos en vaso, viñedos no tan viejos en espaldera, uvas a punto de madurar, bodegas imponentes, algunas monumentales, eran testigos de la vistosa caravana motera. Nada más llegar al pueblo el agua hizo acto de presencia, sin inscribirse, nos impidió la visita que teníamos preparada y ya no nos abandonó en toda la ruta de regreso. Una vez finalizada la ruta y cargadas las motos en los carros, degustamos una sabrosa paella, se rindió un emotivo homenaje a dos socios que desgraciadamente nos han dejado y se clausuró la actividad con unas palabras de nuestro Alcalde.
El fin de semana nos ha dejado datos para el recuerdo, 90 motos y más de 140 personas inscritas. De entre las motos no vamos a destacar ninguna en especial, todas lo son, han participado motos de fabricación extranjera de los años 20 al 50 y motos nacionales de los años 50 al 80 de todas las marcas más conocidas. Entre los participantes vamos a celebrar la presencia de varias moteras y bastantes moteros jóvenes, dos circunstancias que ponen un punto de optimismo para la continuidad de esta afición.
Los premios fueron para la moto más antigua una D Rad R/04 de 1925; mejor moto una BSA Empire Star de 1937, al motero más lejano Vicente desde Alicante, a la motera para Nuria de Guipúzcoa y al motero más veterano Juan Antonio, de Bilbao.
Para finalizar queremos agradecer la colaboración de nuestros patrocinadores, sin su ayuda no sería posible financiar todas las actividades programadas. También a todos los socios del club, sin su trabajo sería imposible ejecutarlas. Y, por último, a todos vosotros, los que venís a vernos, de nada sirve tener recursos si luego vosotros no respondéis a nuestra convocatoria. Ha sido un gustazo haber podido compartir con todos vosotros este finde. ¡Hasta el año que viene amigos!
Juan Pedro Olivares