Mi pequeña “pepitilla”, mi furgoneta enamorada...
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Luego, hablándolo con mi pareja, decidimos restaurarla ya que vimos que era una ilusión de los dos que teníamos incluso ella la bautizó con el nombre de "la pepitilla". Primero empezamos con tema de carrocería y pintura, todo hecho completamente por nosotros de principio a fin. Decidimos tapizar la caja trasera tanto techo como laterales, y darle al suelo un aspecto de madera barnizada Tras tapizar el suelo en granate, se pintó el volante en color marfil como antiguamente, y se quiso dejar todo de origen. Al fin la furgoneta estaba lista para salir.
Hicimos un par de rutas pero veíamos que queríamos que fuera más allá, por lo que decidimos sacar el motor por completo, lo que supuso una faena de dos meses, ya que lo desmontamos tornillo por tornillo, cromando, puliendo y pintando cada pieza, cambiando retenes, juntas, cableado y demás por completo. Costó mucho, pero entonces ya pudimos decir que estaba la restauración hecha, adjuntándole una baca antigua de aluminio y madera y unas maletas del año 1970.
Dejando por terminado este gran clásico y este ilusionante sueño, y aunque a día de hoy por diversos motivos ya no podemos disfrutarla juntos, quiero dar las gracias a Vanesa por aguantarme esos momentos de trabajos, sudor y lágrimas que nos dio este proyecto.
Agradecer también a Emilio su importante ayuda. Fue un gran reto y una gran ilusión que espero que no quede en el aire.
Raúl Peral