Restauraciones de Don Juan Suárez Arteaga: Cuando la práctica supera cualquier teoría
Adquirir conocimientos especializados en materia de restauración de vehículos clásicos sin obtener una formación académica, solo se pueden demostrar y certificar su valía en trabajos realizados con la práctica, proyectando los conocimientos adquiridos durante años, que igualmente certifiquen empíricamente cada detalle del conjunto. Pero cuando además hablamos de un nivel de recuperación de máquinas de segmentos de gama alta o quizás de iconos legendarios, joyas de la ingeniería mecánica que supusieron un gran impacto hace décadas y que actualmente puedan quedar inmaculadamente actualizados, no solo igualando su salida de fábrica décadas atrás, sino en algunas ocasiones superándolas con nuevas tecnologías; podemos presentar a un autodidacta que roza la filantropía cuando se inmiscuye en consejos e incluso en trabajos con sus amigos y conocidos, y desinteresadamente no duda en invertir horas y horas de trabajo solo por el simple placer de sanear unos hierros y poder decir “yo diseñé este proyecto”.
Don Juan Suárez Arteaga, amante de los clásicos deportivos, es una persona que hasta tomando un café en cualquier terraza te puede dar una clase magistral en estos temas. Como anécdota, mencionar un recuerdo imborrable en su memoria, como el que una vez recién sacado su carnet de conducir y al volante de su Seat 850, intentó perseguir a un MB Pagoda por el simple hecho de admirar su diseño e imaginarse al volante del mismo. Aunque siempre le gustaron los coches, quizás ese fue el detonante que decidiera interesarse en estos quehaceres y que, junto a maestros como Don Álvaro Trujillo (del que según me cuenta, depende el 90% de todo lo que sabe), son más de 40 años de experiencia alimentando su afición, que no profesión, ya que, aunque ahora disfruta de su jubilación, su vida laboral nada tuvo que ver con los coches.
En sus comienzos, llegó a dominar el montaje techos de lona, hasta perfeccionar su técnica y así pasar al montaje de moquetas, después la tapicería, y luego el gran reto de instalaciones eléctricas descubriendo que cada error supone volver atrás, desmontarlo todo y volverlo a montar; cuestión que no le pesaba hacer siempre que el resultado final fuera el deseado. Descubrir que hay faros de lado derecho e izquierdo y que cada cosa tiene su por qué, según el fabricante y la época. En cuanto a mecánica, chapa y pintura, aun teniendo bastantes conocimientos, siempre es fundamental rodearse de un buen equipo que optimice los resultados.
En una próxima ocasión hablaremos de su garaje clásico, pero hoy solo hablaremos de sus cuatro últimas restauraciones; todas ellas producidas por el fabricante británico Jaguar Cars, tres de ellos E-Type serie II 4.2 de 1968 y un XK-120 de 1951. Todo comenzó hace unos años cuando acompañó a un amigo a Gran Canaria, interesado en la posibilidad de adquirir dos de estas máquinas que se encontraban en un garaje en muy mal estado. Aconsejó a su amigo en una de ellas (versión americana, con algunos cambios en la mecánica, conocido en EEUU como XK-E). Lo trasladaron a Tenerife en cajas montadas sobre un carro y comenzaron su restauración. Se respetó su color original, el llamado verde británico, su tapicería y techo, después de algunas deliberaciones, se pidió a Inglaterra en color crema. Pasado algo más de un año y viendo tan buen resultado, deciden compran la segunda unidad que vieron al principio. Esta era versión inglesa y color gris. Le cambiaron el volante a la izquierda y, contando con la experiencia del anterior, se le hicieron algunas mejoras como retenes de cigüeñal y frenos, intentando conservar las piezas originales, y sustituyendo las necesarias en sitios especializados de EEUU o Inglaterra. De nuevo mucho tiempo invertido y un resultado final tan brillante como el anterior.
Después de que un importante coleccionista de clásicos también de Tenerife viera el logradísimo trabajo de estas dos joyas, compromete a Don Juan a viajar a Madrid y conocer la opinión que le merece otro E-Type para su adquisición y posible restauración. Tras estudiarlo a fondo, lo considera apto para reconstruirlo según su criterio, así que traslado a la Isla para restauración integral. Este lo adquirieron rojo, pero al desarmarlo se descubre que no era su color original, sino que fue fabricado en verde junior, por lo que hicieron la consulta a fábrica en UK, la cual lo confirma y el propietario decide respetar tanto el color original como el de la tapicería. Un año más tarde ya se podían ver los espectaculares resultados.
Pasado el tiempo surge la oportunidad de que este coleccionista vuelva a involucrar a Don Juan en otro proyecto, y terminan adquiriendo en EEUU un XK-120 de 1951. Aunque a la mecánica del motor poco hubo que hacerle pues estaba restaurada hacía muy poco tiempo, se mejoraron algunas cosas, no así el resto, que si necesitó un trabajo en ocasiones artesanal desde cero. Se respetó su color rojo original, al igual que el de su tapicería.
Además de toda la información y repuestos que se puedan encontrar para estos icónicos modelos de Jaguar tanto en UK como en EEUU, con la ventaja de que algunas aún siguen fabricando piezas de los relojes y lo necesario pasar su tara de millas a km., también es muy importante la labor de colaboración de mucha gente, ya que esto nunca lo hace una sola persona: pintores, chapistas, electricistas, mecánicos… La paciencia de invertir de 1.500 a 2.000 horas en cada uno de sus proyectos, desencriptar en cada desmontaje información transcendente para un mejor acabado, humildemente afirma nuestro protagonista que hay cosas en la vida que no se pueden pagar con dinero, pero sí la satisfacción de terminar un trabajo y que quede bien hecho. Por ejemplo, hay muchas formas de montar el fuelle de la maleta de un E-Type, pero el logro está en que suba sola, y conocimientos de este tipo los va dando la práctica.
Solo me queda agradecer a Don Juan y por supuesto a los propietarios de estas hermosas bestias (todas catalogadas como piezas de museo), que además del tiempo dedicado a mostrarnos a los aficionados su buen hacer, también la confianza y el trato tan cercano hacia mi persona tras presentarme como colaborador de esta revista.
Texto y fotos: Lorenzo Suárez Dorta
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